(RV).- Real Audio MP3 “Los que
en su vida tiene el camino del mal, como son los mafiosos, no están en comunión
con Dios, ¡están excomulgados!", son palabras del Papa en la misa en
Sibari durante su visita pastoral a Calabria, región del sur de Italia. La Jornada del Papa en
Calabria que había empezado por la mañana en Castrovillari, para pasar luego a
Cassano Allo Jonico, terminó en Sibari, a la orilla del mar Adriático, donde el
Santo Padre celebró la
Santa Misa ante más de 150 mil personas. Su homilía,
Francisco la dedicó a la realidad que vive el pueblo italiano con la mafia y a la Fiesta del Corpus Domini.
"Cuando la adoración del Señor se sustituye por el
culto al dinero, aseguró el Santo Padre, que abre el camino del pecado, el
interés propio y la opresión; cuando no se adora a Dios, al Señor, nos
convertimos en adoradores del mal, como lo son los que viven en la deshonestidad
y la violencia. Vuestra tierra, tan hermosa, ¡conoce los signos y las
consecuencias de este pecado! ¡La
Ndrangheta es esto! Adoración del mal y el desprecio por el
bien común. Este mal tiene que ser combatido, se tiene que alejar, ¡Hay que
decir que no!"
(MZ-RV)
Palabras del Santo Padre:
En la Fiesta
del Corpus Domini celebramos a Jesús “pan vivo bajado del cielo” (Jn.6,51)
alimento para nuestra hambre de vida eterna, fuerza para nuestro camino.
Agradezco al Señor que hoy me dona celebrar el Corpus Domini con ustedes,
hermanos y hermanas de esta Iglesia que está en Cassano Allo Jonio. La fiesta
de hoy es la fiesta en la cual la
Iglesia alaba al Señor por el don de la Eucaristía. Mientras
el Jueves Santo recordamos su institución en la Última Cena, hoy predomina la
acción de gracias y la adoración. Y de hecho, es tradicional en este día la
procesión con el Santísimo Sacramento. Adorar a Jesús Eucaristía y caminar con
Él. Estos son los dos aspectos inseparables de la fiesta de hoy, dos aspectos
que dan huella a toda la vida del pueblo cristiano: un pueblo que adora a Dios
y un pueblo que camina, que no está detenido, camina.
Ante todo nosotros somos un pueblo que adora a Dios.
Nosotros adoramos a Dios que es amor, que en Jesucristo se ha dado a sí mismo
por nosotros, se ha ofrecido en la cruz para expiar nuestros pecados, y por el
poder de este amor resucitó de la muerte y vive en su Iglesia. ¡Nosotros no
tenemos otro Dios fuera de Él!
Cuando la adoración del señor se sustituye por la adoración
del dinero, se abre camino al pecado, a los intereses personales y al abuso.
Cuando no se adora a Dios, el Señor, se convierten en adoradores del mal como
lo son aquellos que viven de deshonestidad y de violencia.
Su tierra, tan bella, conoce las marcas de este pecado.
¡L’Ndrangheta es esto: Adoración del mal y desprecio del bien común! Este mal
debe ser combatido, debe ser alejado y ¡es necesario decirle que no! La Iglesia que sé que está
tan comprometida con la educación de las conciencias, debe siempre dedicarse más
para que el bien pueda prevalecer. Nos lo piden nuestros chicos, nos lo piden
nuestros jóvenes necesitados de esperanza. Para poder responder a estas
exigencias la fe nos puede ayudar. ¡Aquellos que en su vida tiene este camino
del mal, como lo son los mafiosos, no están en comunión con Dios: están
excomulgados!
Hoy lo confesamos con la mirada dirigida al Corpus Domini,
al Sacramento del altar. Y por esta fe, nosotros renunciamos a Satanás y a
todas sus seducciones; renunciamos a los ídolos del dinero, de la vanidad, del
orgullo, del poder, de la violencia.
Nosotros cristianos no queremos adorar a nada ni a nadie en
este mundo sino a Jesucristo, que está presente en la santa Eucaristía. Tal
vez, no siempre nos damos realmente cuenta de lo que esto significa, qué
consecuencias tiene o debería tener nuestra profesión de fe.
Esta fe nuestra en la presencia real de Jesucristo,
verdadero Dios y verdadero Hombre, en el pan y en el vino consagrados, es
auténtica si nosotros nos comprometemos a caminar detrás de Él y con Él. Adorar
y caminar. ¡Un pueblo que adora es un pueblo que camina! Caminar con Él y
detrás de Él tratando de poner en práctica Su mandamiento, aquél que dio a sus
discípulos justamente en la Última Cena: “Así como yo los he amado, ámense también
ustedes los unos a los otros”. (Jn.13,34). El pueblo que adora a Dios en la Eucaristía es el pueblo
que camina en la caridad. Adorar a Dios en la Eucaristía , caminar con
Dios en la caridad fraterna.
Hoy, como Obispo de Roma, estoy aquí para confirmarlos no
sólo en la fe, sino también en la caridad, para acompañarlos y animarlos en su
camino con Jesús Caridad. Quiero expresar mi apoyo al Obispo, a los presbíteros
y a los diáconos de esta Iglesia, y también de la Eparquía de Lungro, rica
en su tradición greco-bizantina. ¡Pero lo extiendo a todos! ¡A todos los
Pastores y fieles de la
Iglesia en Calabria, comprometida valientemente en la
evangelización y en el favorecer estilos de vida e iniciativas que pongan al
centro las necesidades de los pobres y de los últimos. Y lo extiendo también a
las Autoridades civiles que buscan vivir el compromiso político y
administrativo por lo que es: un servicio al bien común.
Les animo a todos ustedes a testimoniar la solidaridad
concreta con los hermanos, especialmente con los que tienen más necesidad de
justicia, de esperanza, de ternura. La ternura de Jesús, la ternura
Eucarística: aquel amor tan delicado, tan fraterno, tan puro. Gracias a Dios
hay tantos signos de esperanza en sus familias, en las parroquias, en las asociaciones,
en los movimientos eclesiales. ¡El Señor Jesús no deja de suscitar gestos de
caridad en su Pueblo en camino!
Una señal concreta de esperanza es el Proyecto Policoro,
para los jóvenes que quieren ponerse en juego y crear posibilidades de trabajo
para ellos y para los demás. Ustedes, queridos jóvenes, ¡no se dejen robar la
esperanza! Lo he dicho tantas veces y lo digo una vez más: ¡No se dejen robar
la esperanza! Adorando a Jesús en sus corazones y permaneciendo unidos a Él,
sabrán oponerse al mal, a las injusticias, a la violencia con la fuerza del
bien, de lo verdadero y de lo bello.
Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristía nos ha
reunido. El Cuerpo del Señor hace de nosotros una sola cosa, una sola familia,
el Pueblo de Dios reunido entorno a Jesús, Pan de Vida. Lo que dije a los
jóvenes lo digo a todos: si adoraran a Cristo y caminaran detrás de Él y con
Él, su Iglesia diocesana y sus parroquias crecerán en la fe y en la caridad, en
la alegría de evangelizar. Serán una Iglesia en la cual padres, madres,
sacerdotes, religiosos, catequistas, niños, ancianos, jóvenes, caminan unos al
lado de los otros, se apoyan, se ayudan, se aman como hermanos, especialmente
en los momentos de dificultad.
María, nuestra Madre, Mujer Eucarística, que ustedes veneran
en tantos Santuarios, especialmente en aquel de Castrovillari, los precede en
este peregrinaje de la fe. Que Ella los ayude, los ayude siempre a permanecer
unidos para que, también a través de su testimonio, el Señor pueda continuar a
dar la vida al mundo. Así sea.
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